27/07/08 Tokio Hotel BCN

10/7/08


La historia de la música es larga y en ella hay conciertos que se antojan históricos. El de los alemanes Tokio Hotel, para el imaginario de media generación adolescente, va a engrosar desde hoy esa lista. La joven banda germana, una de aquellas que aunque quisiera no pasaría desapercibida, ha recalado en el Palau Sant Jordi de Barcelona para dar su primer concierto en España. Miles de adolescentes, con cara de sueño de día y medio de cola y venidos de todas partes, montaban guardia entonando las canciones del grupo y enarbolando la bandera germana.
Escasa hora y media de concierto con muchos temas en inglés y pocos en alemán sirvió para rendir pleitesía al nutrido grupo de acérrimos que han cosechado en nuestro país. Trajeron un directo fresco, cercano, y muy potente, que, sin embargo, no deparó grandes sorpresas respecto a sus actuaciones en Dortmund, Nijmehgen y París. Aún a oscuras, un griterío ensordecedor inundó el Palau al primer acorde de 'Break away' ('Ich brech aus', en su título original). El grupo, que está más a gusto cuando suben los decibelios, se mantuvo fiel a sus principios con un arranque a escena contundente. Luego, 'Final day' ('Der letzte Tag') y 'Leb die Sekunde' ('Live the second') que funcionan bien: rock pegadizo, plagado de grandes melodías, pasajes vibrantes y estribillos fabulosos
El Sant Jordi lleno como no se esperaba y ya en este primer bloque más de una asistente, presa de un estado de catarsis colectiva, pierde el mundo de vista durante el resto de la actuación. Tras el arranque, llegaba el turno de '1000 oceans' ('1000 Meere'), uno de los temas de nuevo cuño, certero pero bastante flojo en su versión inglesa y, ni tiene que decir, peligrosamente similar al buque insignia que les sacó del anonimato en nuestro país: 'Moonson'. Antes de acometer el grueso de la actuación el cantante chapurreó algunas frases en inglés memorizadas para la ocasión y saludó al respetable con un tímido "Hola Barcelona". Excuso adentrarme en las emotividades que esto causó entre la audiencia. El resto del repertorio buceó entre la balada con regustillo a rock comercial de 'Love is dead' ('Totgeliebt') y 'Rescue me' ('Rette mich'), y temas cercanos al emo-rock como 'Don't jump' (Spring nicht') o 'On the edge' ('Stinck ins Glück').Mientras avanzaba el concierto, las gargantas adolescentes gritaban, tema tras tema, frases en alemán que el ruido ambiente difuminaba antes de llegar al escenario. El tema que incomprensiblemente descartaron fue 'Ich bin nicht ich'. No faltaron 'Reden', 'Black' ('Schwartz'), o el, ya clásico, 'Scream' ('Schrei') que confirmó bajo los focos del Sant Jordi las pretendidas credenciales de grandeza artística del conjunto. Al atorrante alarido de "Scream, so loud you can", megáfono en mano, Bill dejó que la histeria volviese a robarle el protagonismo en una noche en la que se sintió en su salsa.

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